In memoriam de Luciana Loriente


No me entra
que te hayas ido.
No me entra.


Un dolor al cuello
no es todavía la muerte,
tampoco el hospital
repleto de gente,
ni el frío correo que anuncia


que estás mal
y que como otras cosas pronto
he de borrar.


Fallecer es morir quizá
más lentamente.


Estoy tratando de corporizar
un sinfín de ausencias,
ensayo otros adioses,
ése no estar más
ni acá ni en parte alguna, sino 


bajo tierra.


Un ciclo de vermes
pulula en el abono que estoy cultivando
y me estremece
tant’hambre de vida.


Por momentos
te siento aquí abajo.
Oigo tu voz queda;
tus ojos desbordan olas azules
por donde pasaría una nave de locos
que juegan al azar y le hacen pito catalàn
a cada desplante que la vida les da.


Recuerdo tu paso abierto,
el apremio del dolor pintarrajeado
como en la sonrisa de un payaso,
tu amanecer todo el día
con el pelo alborotado
y las escotadas prendas negras
una befa al luto,
mujer de un Líbano en guerra
que te dolía por los huesos magros
de algunos antepasados.


Es posible que del otro lado,
en las antípodas del norte
ya no estés, aunque yo siga viendo
muñecas de papel mashé
con la mueca desolada,
el ropero y la pieza donde alguien
se atreverá a entrar y revisar.


Quisiera poder tocar
lo que tanto duele,
este cielo de un azul indiferente
o la garúa en el día
que me bañé con tu muerte.


Duele que todo parezca
ser una anécdota,
los campanazos de las iglesias
y el silencio que los devora y aleja.


Yo sólo sé que acabaste por siempre.
Quién sabe si ése no es
el último de los placeres.


Ojalá así sea.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

sublime y doloroso, extaciante. lindo

María Sánchez Puyade dijo...

gracias.

Fatima Fatir dijo...

No detecto cuándo escribiste el poema, pero hace muy poco pasó Luciana por mi cuerpomundi con una intensidad demoledora. Hubiera escrito algo. En cambio, más banal, salí a buscarla por la red, y encuentro tu poema.
Gracias.

María Sánchez Puyade dijo...

lo escribí pocas semanas después. se ve que Lú nos visita cada tanto. saludos, maría