Vengo de un mundo de escritores afónicos. En este mundo querer publicar es de romántico, por no decir de energúmeno, y ser eternamente posmoderno es ser moderno. En este mundo tu vieja hace un cursillo de poesía y viene a darte cátedra de lo que es un poema.
Vengo de un prostíbulo de escritores. Hasta hoy yo hacía de sadomasoquista pero desde este momento me prometo no pagar ni un peso más para hacerme el auto bombo.
Me lo prometo.
Si los editores casi no creen en los autores, por qué habría de haber un lector en la marisma de las librerías -en o fuera de la red- que sí lo hicieran. Patrañas: si el e-book ha de ser la masturbación que los escritores pagan para que el editor les haga una buena paja, pues entonces el derecho a la lectura es la refinada justificación de un pajero que todavía no ha descubierto en Internet los videos porno, y encima, gratis.
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