con una sonrisa amor me traicionás

con una sonrisa amor
te disfrazás de dios
te vestís de furia o de hiena
reís reís con una sonrisa
descarcajada otra vez
me traicionás
rapaz me arrancás pedazos
de carne
las cornejas graznan
bella
bella es la muerta


en un mar
rojo entre nenúfares
pálida es la matanza
las medusas flotan
muertas habría que sacarlas
con un mediomundo
un mundo entero cazando medusas
hora que la marea sube
cuesta arriba
y yo friego friego el piso
mirándote los pies
amor que sabés matar
a los ojos mirando


gestos de felino
tenés
te gusta arrancar la piel
mientras sostenés
la presa
la presa era mía
la cacé hace años en un coto
en las estepas del Norte
cabalgando
es mía la presa es mía
decís a rebencazos


me despellejás mientras
la sonata
de la pasión aúlla


a nadie le gusta que lo despellejen
a nadie de una cadena le gusta
verse carneado
boca abajo

Fiera in Giardino- instalación teatral

Instalación teatral de María Sánchez Puyade y Celina González Sueyro
Giardino di San Michele, Trieste.

El 25 a las 5, el día de Navidad, en el momento menos indicado para inaugurar una instalación, a la manera de pequeños demiurgos, después de tres días de trabajo en un espacio más propicio para el trastero que para el arte tal cual a menudo es concebido, ese día y en ese espacio, inauguramos la instalación de lo que fue una relectura de la obra teatral Animal de ciudad.
El depósito de cosas acumuladas a lo largo de 30 años se convirtió en un hogar, con sala, garaje y vista a la escollera. La belleza engaña, se leía en las paredes, y quizá fuera cierto, como lo es la certeza de que "Un día me matará una pluma".


Fotos: Simona Dibitonto. Gracias, Simona.






Buen año y felices fiestas con resaca.

La hija de Lot





Esperaba que
me invitaras a nuestro cuarto de espejos
a aquel oscuro hotel
alojamiento
frente a las bóvedas grises
del cementerio;

esperaba que me invitaras
que me dijeras
vamos a tomar un café acá a la vuelta
y al rato
que la mesa se convirtiera en auto
y el auto en sacrificio y el altar
en tálamo.

Después con la toalla
jugarías a secarme
como de noche se arropa
una muñeca de porcelana
fría.


Desnudo
delante de las estatuas del cementerio
sólo el reloj te hubiera quitado
pero ellas como furias
espiaban por encima de las bóvedas
detrás de los cortinados gruesos
en la hora de la siesta.
No había tiempo.

Te confieso: en sueños he habitado
con tu mujer y con vos en tu casa.
Tu casa en la selva junto al delta.
El barro nos resguardaba de los jejenes
mientras escondido en el espesura
dormía el puma.

Desnudos
nos revolcábamos por el césped;
tu cabeza ardía entre mis piernas.
Una gasa invisible un velo
subía por los corredores
las escaleras de mármol desiertas.
De repente, cambiamos.
Ahora vivía en una cúpula
frente a una plaza
de palmeras y de gomeros
abrazada a tus raíces,
sin saber soltarme.

No tenía dueño
pero te amaba tanto
que acepté compartirte en sueños.
La selva tersa
de baldaquín y frutas muertas
fue nuestro refugio
sólo que había un reloj de péndulo
y dentro, la alcoba negra.

La prima vez
apareciste en bermudas.
Tenías mi edad
pero en una foto ibas de frac,
con una mujer de blanco 
al brazo.
Parecías más viejo, insinué,
y riendo dijiste, 
esa eras vos hace años.

Bebimos 
de la misma copa la ambrosía 
y los dioses se vengaron.
Sobre una mesa cubierta
de plumas 
de ámbar o de cera
me lavaste como lavabas
a tus otras hijas
con la lengua.
Querías que fuese como ellas,
y con arcilla y barro
me modelaste
y un anillo de oro
forjaste con tus letras.

Nada temía más
que tus pasos por la acera.
Aún los oigo a los lejos
aunque no quiera.
Tu música es eterna.

Yo querría acallarla
querría que las leguas de nubes 
de mares te hicieran 
ceniza o niebla.

Del amor he temido siempre
que al nombrarlo
desapareciese, por eso
soy muda.
De haber sabido
que tu casa era la cárcel
donde hora vivo, que 
no hay guarida,

olvidaría las palabras, las aves blancas
en el lago, delante los caballos
con las riendas en el suelo esperando,
te dejaría en algún rincón
por fin solo
olvidado.

sueño

en sueños enterraba una tortuga
al final de una fiesta, ebria.
Cuando me contaban lo que había hecho,
yo sonreí contenta.