Thatcher, vieja podrida

El título de este post no quiere ser ofensivo.
Se refiere, más bien, a la canción que quién sabe quién nos metió en la cabeza a los niños de entonces, mes de abril del 82', cuando éramos adiestrados para hacer pruebas en caso de ataque aéreo y cantábamos esta canción de chanza, en la escuela, retomando un famoso jingle de la tele en el que un niño era obligado a dejar a su perro Boby para irse de vacaciones con la flia, al mar.
Eso de las canciones de guerra era una costumbre. Basta recodar el aire jocoso de "¡Martín se fue a la guerra, chiribín chiribín chinchero!". Pero, la guerra de la canción a la que yo me refiero, no era diferida, o lo era en términos de imágenes en la tele, de espacio, de tranmisión de la noticia, eso de creer que íbamos ganando y festejar de antemano. Era diferida en esos términos, no así en el tiempo.
El jingle de Bbby había pegado tan bien en los corazones infantiles, más propensos a creer que los animales y no los hombres son los que van a ir al cielo, digo que había pegado tan bien que fue fácil aprender la canción en un periquete.
La versión marplatense de la que doy cuenta y de la que no me hago responsable de ningún reclamo de injurias y ofensas, como tampoco de la autenticidad, visto que suelo cambiar las canciones, dice así:

"Thatcher, vieja podrida,
este verano no podrás ir a las Malvinas.
Hoy escuché, por ATC,
que en Inglaterra no quedó ningún inglés.
Thatcher no me extrañes mucho,
pronto voy a regresar,
cuida todo los ingleses.
¡Tatcher no te portes mal!"

[Esto de no me extrañes mucho, hoy suena a amenaza...]

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