A mis ojos, nada te ha hecho más viva,
 Antígona,
 ni la soberbia de tus gestos
 que otros llaman tesonería,
 ni la rebelión contra el cetro
 cuya moral de panfleto
 se pregona todavía,
 ni siquiera tu juventud arrolladora
 mezcla de furor tedio valentía
 que adolece del rol en familia,
 esa tragedia sin mayor zozobra;
 nada te volvió más mía
 como escavar la tierra con las manos,
 levantar un puñado y que una hazaña sea
 cubrirte el cuerpo de fango.
 Junio de 2007
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