Maullan de encierro
los gatos en los alféizares;
las lágrimas rojas de las rosas
se han vuelto violetas hora
que no hay nadie que las huela;
tu voz, tu voz hecha silencio
ayer cuando supe:
preferiría no tener que verte
sin tocarte.
Es la hora difícil del amor.
No quedan en los bolsillos
ya casi resto de besos. Hora
sólo queda quererse con la imaginación
desde lejos, comunicando descargas
en el cuerpo, desde el sueño,
con fogatas y fulgores e incendios.
Es la difícil hora del amor,
se te agarrotan los abrazos
y las palabras ya no dicen sino
que estamos húmedos de hastío
y se hace de noche y sólo queda
el vino.
Es tan difícil esta hora cuanto lo es
besarte las flaquezas
en el tiempo vacío e infinito
de la cebolla que no
te lagrimea.
Quisiera saber abrazarte
el cuerpo de cubito.
Quisiera alzarte los ojos, susurrarte
besos a cada sílaba,
en cada repiqueteo contra el paladar
de la lluvia en mi lengua:
decirte: es la hora difícil
Amor.
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