pirueteamos

VII


cuando las nubes por los ventanales 
se deshilachan antes que llueva 
nosotros volamos bajito

pajarito esperate
te digo y pirueteamos
al ras de árboles píos
gorjeos de la riada
a punto de desbordarnos.

no nos escuchan casi
en la espesura nos hemos
vuelto invisible pío pío.

las nubes entre las ramas
de los gigantes jirones
hacen y nos pajaritos al reparo 
espíamos calladitos
la tormenta.

animal de ciudad


Instalación de E. Bevilacqua en la Satzione Rogers de Trieste, del 11 al 20 de noviembre, de 17 a 20 hs.


zozobra

zozobra,
un caballo
que corcobea en la noche.


zozobra II:
¿me están tirando dados
o los veo yo por todos lados?
cosa tengo monos en la cara?
pensé y después  jugueteé con la frase
me dije
cosa tengo
moros en la cara?

el escritor pajero

Vengo de un mundo de escritores afónicos. En este mundo querer publicar es de romántico, por no decir de energúmeno, y ser eternamente posmoderno es ser moderno. En este mundo tu vieja hace un cursillo de poesía y viene a darte cátedra de lo que es un poema.

Vengo de un prostíbulo de escritores. Hasta hoy yo hacía de sadomasoquista pero desde este momento me prometo no pagar ni un peso más para hacerme el auto bombo.
Me lo prometo.

Si los editores casi no creen en los autores, por qué habría de haber un lector en la marisma de las librerías -en o fuera de la red- que sí lo hicieran. Patrañas: si el e-book ha de ser la masturbación que los escritores pagan para que el editor les haga una buena paja, pues entonces el derecho a la lectura es la refinada justificación de un pajero que todavía no ha descubierto en Internet los videos porno, y encima, gratis.

repeluzno



Ayer la plaza ardía. La gente se empujaba por ver la botadura del nuevo crucero del astillero de Monfalcone. Para la ocasión habían llamado la belleza de una actriz que bautizaría el barco cortándole el cuello a una botella de Champagne, la voz de un actor que recitaría el Himno a la Belleza, a un grupo de bailarines de la Scala de Milán que andaban en punta de pie y daban saltos gráciles por el aire, a un pianista que escandiera la velada con himnos patrios y su Va pensiero de Verdi, una trapecista colgada de unos globos blancos que parecía que se iría volando en cualquier momento, una presentadora carbonizada por el sol de los últimos meses anémicos, la tripulación del barco, un cura y dos acólitos que  bendecirían la nave con agua santa.



De una escena así Fellini hubiese hecho una peli fabulosa. No faltaba nadie a la cita.


Algo fóbica de las muchedumbres, tomé por un atajo. Una motocicleta con dos hombre apareció por la vereda de la esquina, a toda marcha me cortó el paso. Los miré como para hacerlos añicos. El más gordo llevaba un casco oscuro; el flaco, abrazado detrás, uno blanco. A los tres metros estacionaron en medio del paso.
Pedí permiso. El flaco me pisó y cuando el otro lo advertía de mi presencia yo sentí un repeluzno, no un escalofrío sino un repeluzno de electricidad.



Pensé: Alfieri me debe haber mordido. Me estoy haciendo gato.

Mi gato y yo

Como yo, mi gato pronto se tiró por la ventana. Nos llamó el sonido de las hojas, una brisa de mástiles que tintineaba. La única diferencia es que yo sentí el vacío después de su salto y súbito empecé a llamarlo.
No estaba en los armarios, en la olla convertida en cuna, en el cesto de la ropa sucia, en alguna hendija, debajo del sillón o detrás del horno.
Cómo habrán quedado los familiares de todos los que se fueron como arremolinados por una fracción, una fractura del tiempo.

Anduve chistando. Llamándolo. Revisé hasta los contenedores de la basura diferenciada. Esa mañana había tirado el papel (no fuese que se hubiera metido en la bolsa sin que me diera cuenta).

Me quedé junto a la ventana hasta que un gato negro apareció. Me miró con sus ojos amarillos y supe que me estaba diciendo que por ahí andabas.

Examen de fin de año

Acá en Italia existe una curiosa y cívica costumbre: la de hacer público los temas del examen final del último año de las escuelas nacionales, del que grandes y chicos por unos días hablan, discuten, simulan y juegan a responder, aunque ya no tengan la edad para hacerlo. Es un examen común para todos los que están a punto de egresar. El alumno de Milán tendrá que desarrollar el mismo tema que el de Roma o Napolés o donde fuere. Los periódicos, en la primera página, hablan del examen. La radio llama a científicos e intelectuales reconocidos para que respondan a las preguntas que a su vez, esta mañana, encerrados en un aula, sin celulares ni compus ni machetes (esp. chuletas) ni lo que fuera, están respondiendo.

Los temas propuestos hoy por el Ministerio no son ni la celebración de los 150 años de la Unidad de Italia ni la condecoración de santo con la que fue investido este año el ex Papa Giovanni Paolo II ni los desastres ecológicos al mejor estilo Japón. Los temas han sido Ungaretti, Enrico Fermi (un físico de los años de la segunda guerra mundial, ganador de un Nobel por sus investigaciones en el campo de la física nuclear y la atómica, si mal no me he informado), Warhol y los quince minutos de fama que todos tendremos, derecha e izquierda en los 70´.

El texto de Ungaretti es Lucca y dice así:


A casa mia, in Egitto, dopo cena, recitato il rosario, mia madre ci parlava di questi posti. La mia infanzia ne fu tutta meravigliata. La città ha un traffico timorato e fanatico. In queste mura non ci si sta che di passaggio. Qui la meta è partire. Mi sono seduto al fresco sulla porta dell'osteria con della gente che mi parla di California come d'un suo podere. Mi scopro con terrore nei connotati di queste persone. Ora lo sento scorrere caldo nelle mie vene, il sangue dei miei morti. Ho preso anch'io una zappa. Nelle cosce fumanti della terra mi scopro a ridere. Addio desideri, nostalgie. So di passato e d'avvenire quanto un uomo può saperne. Conosco ormai il mio destino, e la mia origine. Non mi rimane che rassegnarmi a morire. Alleverò dunque tranquillamente una prole. Quando un appetito maligno mi spingeva negli amori mortali, lodavo la vita. Ora che considero, anch'io, l'amore come una garanzia della specie, ho in vista la morte.


Los chicos terminan el colegio y el país entero se somete a un examen di conoscenza. Yo creo que me hubiese sacado un cero. He confundido Mi illumino di immenso di Ungaretti con É subito sera di Quasimodo, pero no es eso de lo que me maravillo, sino del hecho de hacer común a toda la Nación, a los que tienen y no tienen hijos, a jóvenes y viejos y a los que como yo somos border, a todos, hacernos partícipes de la prueba que los chicos están pasando y que nosotros una vez, se supone, pasamos. Es un juego y un desafío a ver cuánto hemos olvidado. Es un juego nostálgico, y por eso quizá, atractivo.

Carrera de 10 versos en 40'

Ayer en el perfil de La Punta della Lingua de Facebook, a eso de las 22 se extrajeron dos versos de unos libros elegidos al azar, uno que funcionaría como el primer verso de las poesías que los participantes compusieran, y el otro que debía usarse como coda, para después, en el medio y en 40 minutos escribir los restantes ocho.
Una premisa era, según el conductor de Radio3, ganar. Por eso, al ganador no se le otorgaría premio alguno.

La carrera contra tiempo estaba repleta de obstáculos. A mí me salió una cosa entre Lúcifer y tajo de cuadro de Fontana, que sólo hoy, reviendo los malos versos escritos, he tratado de ajustar sin mayores resultados.

Queda claro, así, que el trabajo de albañil no se cumple en 40 minutos, aunque como ejercicio, vale la pena. Tendré que aplicar la paciencia del que lija a mano, y para mal de males, con lija vieja.


versos posteados:


Non rimanere immobile
nel declino, luna sole
crepa che io ora sia,
senza muovermi, che il balzo
dell'angelo faccia dalla
mia vetta la piuma cada,
prima tra le punte rotte
una fessura bianca
nella notte aperta di
spine del mio tacere.

hasta ahora no es que haya mejorado mucho:

Benjamin e Fontana

Non rimanere immobile
luna roccia crepa che io
nel declinare sia senza
neanche muovermi il balzo
dell'angelo la sua piuma
che dalla vetta per prima
cada tra le punte rotte
e una fessura apra nelle
spine del mio tacere.



Oreste de Alfieri

Aquiles con Patrocolo.
Oreste con Pilade.
Amigos que se aman. Que mueren por morir por el otro.
Cuando Egisto y Clitmenestra, la madre de Orestes que mató al padre para hacer subir al amante al trono, loca de amor ella también, cuando ellos le preguntan a los amigos quién es Orestes, los dos quieren serlo, se disputan el papel trágico, uno para brandir la branda y vengarse con su propias manos, el otro por amor, para morir por su amigo. Su amante.
Y es ahí, quizà, donde nace la frase más poética de la obra, cuando Pilade dice:
Poiché scoperta é l´alta trama, omai
del mio furor non osi altri vestirsi.

Grecia y los peripatéticos argentinos

mientras te plancho

mientras te plancho las camisas que te tengo prometido no planchar
salvo para relajarme mientras empiezo por las pinzas de las mangas
y sigo la teoría de la abuela Malena que no cantaba tango alguno
porque es de cocoliche pero sostenía que por el cuello

las camisas se terminaban mientras subo y bajo
las escaleras de Trieste como en un palacio cuyos vastos
jardines se extienden por colinas etéreas como la vista
del rascacielos desde la azotea de la infancia con una melena

de nubes en la cima y alguien que como yo plancha
mientras el mar entra por las rejas y en las ballenitas
el capitán de Moby Dick sigue un punto blanco
detrás del plancton y del mohín mientras
          perfurmada de almidón en los abismos me quemo.

25 años sin Borges

se cumplen 25 años sin Borges, y el laberinto que una vez recuerdo haber leído, no sé dónde, que planeaban realizarlo en la reserva de la Costanera Sur de Buenos Aires, ha sido hecho sí, pero en el Viejo Continente. En ese laberinto que ya de por sí es Venecia. Lástima por Buenos Aires, pero un gran regalo para Borges!

Talita Kum

(Mc 5, 21-43)





cada mañana talita
con las primeras hojas
kum kum talita
kum renace entre tu ropa.

respira, no se fue
la luz todavía.
era solo que dormías
el árbol del sueño ¿ves

coser la herida leve?
vamos. canta al mirlo, dile
estoy viva, la nieve
derritió los sellos, despierta

muchacha arriba tú
non estás muerta talita
kum kum talita
kum talita kum.


Bin Laden

Ya no creo en nada. Ni que haya vivido ni que haya muerto. Patrañas. Parecen todas patrañas. ¿Por qué no mostrar el cuerpo? ¿Por qué el tiro siempre parece desfigurar la cara?

Colombia

todita. La familia me la mataron
toda. éramos ricos y ahora
que de un uruguayo estoy
de camarera, la rima me sale sola
joder, hijo de perra,
la rima es una condena





pega se me pega.


los padres a los hijos matamos
inocentes, aferrados al mango
crédulos del destino. y ahora
da lo mismo quién haya sido.
da lo mismo. cretino, admítelo.
ajena la vida no tiene sentido.

La otra Italia, la que no aparece en los medios

(a propósito del encuentro Dimettiti, es decir Renunciá, en el PalaSharp de Milano)

El sábado 5 de febrero miles de personas con más o menos escepticismo salieron a la calle de diferentes ciudades a pedir la renuncia de Silvio Berlusconi. En el centro PalaSharp de Milán unas 10000 personas indignadas se juntaron a escuchar los pedidos de renuncia de un niño de 14 años y de diferentes representantes de la cultura. Alzaron la voz para que los ciudadanos y el resto del mundo, sordo a lo que en verdad sucede en Italia, sepan que los italianos son rehenes de su propio gobierno, que aunque piden la dimisión y repudian el modus operandi de lo político y el degrado de los fundamentos del Estado italiano, aún así el Primer Ministro no renuncia.
Con palabras de Umberto Eco, están ahí para salvar el honor de la Nación y el propio honor: el propio reflejo en el espejo.
No hubo ni podía haber a tal fin banderas ni escuditos de partidos políticos, sólo estupor. Tanto. Con cada orador el público fue emocionándose, escandiendo con aplausos las emotivas palabras de un chico de catorce años, los discursos de Roberto Saviano, Gustavo Zagrebelsky, de Susanna Camusso, Gad Lerner, las hermanas Biagi, y la gran ironía de Umberto Eco, que criticó a la prensa internacional, más atenta a publicar la caída de un corpiño que un encuentro como ese, cuando millones de voces hace tiempo que vienen gritando para que Berlusconi renuncie y de una buena vez deje el poder. Pero Berlusconi sigue como si nada, y esa tozuda sordera lo asimila tristemente y más que nunca, según Umberto Eco, a Mubarak.
Es una similitud, una especie de parentela que el mismísimo Silvio Berlusconi propuso hace poco, cuando confundió a la adolescente Ruby de sus festicholas con la sobrina de Mubarak. Poco a poco los parecidos saltan a la vista; la gente se va instaurando en las plazas de las ciudades italianas.
No nos confundamos, quiso decirnos Umberto Eco. Los italianos no son Berlusconi, o no todos lo son. Un ejemplo es uno de los oradores que está en el escenario, Roberto Saviano, el escritor de Gomorra que vive rodeado de guardaespaldas por haber denunciado los negociados de la mafia, defendiéndose de los Padrinos de turno, y no sólo de ellos, sino también del descrédito de quién a diestra y siniestra sostiene que algún interés debe tener, en algún chanchullo tiene que estar para haber llegado donde llegó y decir lo que dice. Y como él, tantos. Son muchos los que se enfrentan al poder, no nos confundamos. Lo que está sucediendo en Italia se escucha con sordina en el resto del mundo. En Italia el jefe de gobierno no quiere renunciar y asegura, como Mubarak, que el momento no es apropiado, algo así como que el país como una amante desquiciada no soportaría un día más sin él, sin ellos.
Berlusconi se ha ido transformando en lo más parecido a un tirano, sólo que gobierna no tanto por imposición (lo ha demostrado en el último pedido de moción de censura), sino por sobornos, al parecer hasta en el mismísimo Parlamento, justo ahí, el corazón del régimen italiano. Porque Italia es una República parlamentarista. Si un premier no va no se espera a las próximas elecciones, entra en box, como en la fórmula uno, y se lo cambia. El problema es que el Cavaliere no quiere bajarse de la moto, tiene aprensión. Tiene miedo de los jueces, las leyes que se abolirán, las causas que le caerán no bien el encanto de la impunidad -por él y sólo para él- deje de surtir efecto.
Estamos contando los días. Es sólo una cuestión de tiempo: basta que la gente no aguante más, que en lugar de responder a políticos sin ideas responda a la invitación lanzada por Umberto Eco cuando dijo que había que ir a la plaza todos los días si era necesario para pedir la renuncia. Basta eso y el encanto desaparece. Entonces, las similitudes entre el malestar de Italia y Egipto serán quizá sorprendentes. Porque Italia no es Berlusconi. Italia es ante todo un país que por la radio, por la prensa escrita, por la calle y en las casas busca la forma de salir pero tranquilamente. El único problema es que el Primer Ministro se hace el sordo. No hay que hacerles caso a los del PalaSharp de Milán, dice, como si el pueblo fuese otro, diferente a los que allí estuvieron...
Es el viejo lema de Julio César: Divide et vinces, sólo que ya nadie se lo cree.